El dinero no se toca

Salud, suerte y ¿dinero?

Desurrealismo

Paris Beauvais, el minúsculo aeropuerto recibía con normalidad a los aviones cargados de gentes de «bajo coste». El suelo estaba mojado y oscuro, por la lluvia, por la noche. Seis ruedas de maletas de «bajo tamaño» acompañaban a los recién llegados en su camino hacia la oficina prefabricada de coches de alquiler. La mujer que trabajaba allí esa noche de enero los recibió con amabilidades y sonrisas. Las lenguas, los nervios, los suspiros y los bostezos se mezclaron durante la espera del papeleo, los golpes descompasados en el teclado, los clics minoritarios y los cartuchos de impresora poniéndose a trabajar. Firmar, leer, guardar, prestar atención y pagar.

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